La Habana, 30 abr (EFE).– Cuba espera que Estados Unidos investigue el tiroteo de este jueves contra su embajada en Washington, al tiempo que recordó al Gobierno estadounidense la obligación de proteger a los diplomáticos extranjeros en su territorio.
«El Gobierno de Cuba espera por la correspondiente investigación de las autoridades estadounidenses sobre la identidad y las motivaciones del autor de esta agresión, así como sobre las circunstancias que rodean al hecho», indicó la Cancillería cubana en su web oficial.
El incidente tuvo lugar en la madrugada de hoy cuando un tirador sin identificar disparó con un arma de fuego contra la embajada cubana en Washington.
La agresión no causó daños al personal de la misión isleña pero sí dejó impactos de bala sobre la fachada del edificio, que reabrió como embajada en julio de 2015 en medio del «deshielo» bilateral que acercó a ambos países, enemigos acérrimos durante más de medio siglo.
«Es una obligación de los Estados adoptar todas las medidas adecuadas para proteger los locales de una misión diplomática acreditada en su país contra toda intrusión o daño y evitar que se turbe la tranquilidad de la misión o se atente contra su dignidad», recordó el ministerio de Exteriores de la isla.
El canciller cubano Bruno Rodríguez también recordó el deber de Washington de cuidar de la seguridad de los diplomáticos extranjeros, con dos publicaciones sobre los sucesos en su cuenta oficial en Twitter.
Cuba y Estados Unidos viven hoy una de la etapas más tensas en su complicada relación, tras el momento dulce vivido durante el «deshielo» iniciado en diciembre de 2014 y materializado con el restablecimiento de nexos oficiales en 2015, durante los mandatos de los expresidentes Barack Obama y Raúl Castro.
Ambos países reabrieron embajadas en cada una de las capitales, aunque la misión de EE.UU. en Cuba funciona a nivel de encargado de negocios debido a que el Congreso de ese país aún no ha designado embajador. Por el contrario, Cuba sí mantiene un embajador en Washington.
La llegada del presidente Donald Trump a la Casa Blanca detuvo la gradual «normalización» bilateral y provocó un viraje de la política estadounidense hacia la isla.
EE.UU. ha endurecido el embargo que mantiene desde 1962 y ha arreciado las presiones sobre La Habana con sanciones que buscan asfixiar su ya frágil economía debido al supuesto apoyo del Gobierno cubano al presidente Nicolás Maduro en Venezuela.
El Gobierno estadounidense decidió cerrar su Consulado en la isla y ordenó la salida de la mayoría del personal de su embajada, tras los misteriosos incidentes de salud que afectaron a una veintena de sus diplomáticos, por causas aún sin explicar.
EE.UU. también ha expulsado a diplomáticos cubanos de su territorio y ha emitido alertas de viaje a Cuba por supuesta peligrosidad, además de prohibir el atraque de embarcaciones estadounidenses en costas cubanas y limitar los vuelos desde ese país solo al aeropuerto de La Habana.