Por: Humberto Marín
Gerente comercial de Urbana Perú
En la búsqueda de una vivienda, es común que muchas personas esperen pacientemente a que se den ciertas condiciones antes de realizar una compra. Temas como la reducción de las tasas de interés, proyectos acordes a sus necesidades, acceso a bonos del Estado o créditos con mejores beneficios, entre otros, son algunas de sus motivaciones para retrasar la compra de un inmueble. Sin embargo, uno de los puntos más comunes, y que sin embargo es el escenario menos realista, está en esperar a que los precios por metro cuadrado se reduzcan.
Este pensamiento radica en una idea equivocada, ya que los precios de las viviendas suelen estar en constante aumento en la mayoría de los mercados inmobiliarios, especialmente en ciudades como Lima, con una alta demanda frente a la oferta disponible. De hecho, en todos los años que llevo trabajando en este sector, nunca he presenciado una reducción drástica de los precios, por el contrario, se han incrementado año a año, y esto se da en todos los segmentos y distritos.
A lo largo de las últimas décadas, hemos sido testigos de un crecimiento constante en los valores inmobiliarios en diversas regiones del mundo. Este incremento se debe a factores como el crecimiento de la población, la escasez de terrenos y la inflación, sumado a una alta demanda insatisfecha. Por lo tanto, esperar a que los precios de las viviendas bajen, significativamente, puede resultar una espera interminable.
Es esencial entender cómo funciona la dinámica de la oferta y la demanda. En muchas áreas urbanas, la demanda de viviendas supera con creces la oferta disponible. Esta situación conduce a un aumento sostenido de los precios, ya que los compradores compiten por propiedades limitadas. En un mercado con esta dinámica, como es el caso de Lima y Callao, es poco probable que los precios disminuyan significativamente a menos que ocurra una crisis económica o una recesión severa, pero la economía peruana ha demostrado constantemente su fortaleza frente a los factores externos que han afectado la economía, como, por ejemplo, la de países vecinos.
La inflación es un factor económico importante que también afecta los precios de las viviendas. A medida que el valor del dinero disminuye con el tiempo, los precios de los bienes y servicios, incluidas las propiedades inmobiliarias, tienden a aumentar. Es más probable que los precios de las viviendas sigan el ritmo de la inflación o incluso que lo superen, lo que significa que esperar a que los precios bajen -en términos reales- puede resultar poco probable.
En lugar de dar tiempo al tiempo, indefinidamente, a la espera de la baja en los precios, es esencial adoptar un enfoque más informado y oportuno. La compra de una vivienda es una decisión financiera trascendental en la vida de una persona, quizás la más importante de nuestras vidas, y en lugar de tratar de predecir cambios en el mercado, es más útil centrarse en factores como la ubicación, el respaldo financiero del constructor y las necesidades familiares o personales.
Es importante realizar una investigación exhaustiva, consultar a expertos en bienes raíces o a empresas con gran expertise inmobiliario en el mercado; asimismo, evaluar la capacidad financiera antes de dar el paso. Además, aprovechar las tasas de interés favorables y las opciones de financiamiento disponibles, puede ser más beneficioso que esperar a una disminución significativa en los precios. A ello sumar los bonos del estado y la posibilidad de usar un porcentaje de del fondo de AFP o la liberación del CTS para reducir su cuota inicial y pagar una cuota más acorde con sus posibilidades.